dilluns, 3 de desembre del 2018

EL AÑO DE LA LIEBRE II



Pues la historia podría pasar por un relato de peripecias superfluas que acontecen a un tipo que quería deshacerse de sus obligaciones y compromisos y saltarse las normas, para vivir, de una manera salvaje y desordenada, una existencia surrealista y sin sentido, en un ataque de "reveldía sin propósito" (expresión de Rafael Narbona en su crítica de "El Cultural").

La trama del libro, hasta el momento de leer la última página, podría ser considerado como un encadenado de situaciones inusitadas, donde el protagonista antepone el bienestar de un animal tímido y huidizo al suyo propio y a los intereses de otros humanos, conviertiendo al lepórido en "más que una simple mascota" (como dice Jordi Corominas en su artículo de la  "Revista de Letras") y uno no se da ni cuenta...

Podría parecer que el autor aprovecha simplemente para dar a conocer el paisaje de su tierra natal y para hacer gala de la vida sencilla, despojando al protagonista de lo material y de las preocupaciones de la vida cotidiana, poniendolo en contacto con la naturaleza, y, con esa excusa, describir el paisaje, el cielo, el clima, los animales, los sonidos, etc... en un ataque de ecologismo, aunque, armado con rifle de mira telescópica...

Con todo ello, pareciera que se trata de una comedia fácil, eso sí, con la acidez típica del humor nórdico.
Pero, no obstante las formas y la apariencia divertida, al final, la verdad queda al descubierto:

En realidad, Paasilinna consigue elaborar un relato donde, sin traspasar el límite en el cual la comedia se convierte en sarcasmo, se aprecia la dirección en la línea del "Hygge", esa actitud existencial tan nórdica, para la felicidad. 

Solo entonces se da uno cuenta del mensaje escondido en la metáfora. 
Símbolo "om"

Y solo en ese instante, en el momento de cerrar el libro, se reconoce el poder de la simbologia del lepórido animal.




Es cuando el "sinsentido" de la historia, cobra significado y el poder del absurdo se convierte en una comunicación codificada del camino hacia uno mismo.  

Es cuando, la diversión de la extravagancia, se transforma en el secreto del autodescubrimiento. 


Y es cuando, habiendo cerrado el libro, en el momento de volverlo a pensar mirando la portada, uno mismo se reconoce en Vatanen y nuestros anhelos toman forma de liebre.




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